Páginas: 128
Publicación: 2022
Editorial: Polilla
En el primero, un grupo de matones persigue a un poeta; en el segundo, un ayudante busca un traje para un gigante; y en el último, un santo se oculta para no ser apresado. Todos los héroes de estos cuentos buscan algo y reciben otras cosas que los confunden, y es el movimiento ininterrumpido al que los empujan las cosas que encuentran lo que define la transformación que de alguna manera merecían.
Tres cuentos espirituales, de Pablo Katchadjian
Creo que nunca había leído nada como estos relatos de Katchadjian, que parecen inventar nuevos cuentos de hadas disparatados, y narrados con la naturalidad de los chistes internos.
Estos son cuentos repletos de giros: crees que van por un lado pero realmente no, crees que adivinas la conclusión pero el argumento la supera y continúa, crees conocer el destino de los personajes pero solo te topas con desatinos y extravíos.
Y los personajes están tan confundidos como tú.
《Es la misma situación de siempre》dijo uno de nosotros.《No sabemos si nuestra vida está empezando, terminando, o solo continuando.》
Resultan giros imprevistos, ocurren con desparpajo, pero nunca son casuales o innecesarios: todos aportan algo para construir la materia del cuento. Cada uno ocurre en un universo propio e inmarcesible, que se siente distante, pero aun así, contiene mucho del espíritu humano en su extrañeza.
Este desconcierto puede llegar a ser desesperante para algunos lectores, aunque en mi caso, mi disposición siempre fue la de encandilada y resignada voluntad de dejarme llevar por el autor.
El ritmo y la extensión de los cuentos
Vale resaltar que, aunque son 3 cuentos a través de 128 páginas, leerlos es veloz.
Esto se debe, creo yo, a que el ritmo es casi frenético, cargado de diálogos cortos y apurados, y los cambios de escenario son tan súbitos como la aparición y desaparición de personajes. Las atmósferas, los personajes, incluso la trama, todo existe a beneficio del propio lenguaje per se, de la narrativa por la narrativa.
No hay que temer la extensión de los cuentos, sino la facilidad del autor por hacer agujeros en sus propias tramas y llevar a los lectores por vericuetos hacia una conclusión inesperada.
El humor de Katchadjian es particular. Nunca se disculpa por sus zarandeos al lector, por sus súbitos desplantes de brutalidad.
Este libro es a veces absurdo, a veces tierno, a veces atemporal y mítico, siempre bizarro. Es, verdaderamente, una voz original.
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