Páginas: 232
Publicación: 2024
Editorial: Anagrama
"Estuve a punto, con el teléfono en la mano, de decirle que el Biltmore no, que ahí me pasaron cosas que no puedo olvidar ni exorcizar, pero pensé: ya es hora de volver también a los lugares que duelen."
Un lugar soleado para gente sombría, de Mariana Enríquez
Volver a la narrativa de Mariana Enríquez es sacar el cuchillo, lista para hurgar de nuevo sobre la vieja cicatriz.
Sin embargo, debo confesar que hubo pocos estremecimientos, que ahora después de haber leído sus otros libros de cuentos, me parecieron más evidentes sus esquemas.
Noto las suturas en el monstruo de Frankenstein único que es cada cuento.
Breve panorama de los cuentos
Aunque primer debo destacar mis preferidos. El cuento que le da nombre al libro, colocado estratégicamente a la mitad, narra la historia de una periodista de lo tenebroso que investiga la misteriosa muerte de Elisa Lam, en una Los Ángeles sacada directo de película de John Constantine. La acechan la pérdida por un amante drogadicto y la amenaza de un puma suelto por la ciudad, leyenda urbana de ojos amarillos. Es un cuento extraordinario.
Otros cuentos muy buenos son los últimos, 'Un artista local' y 'Ojos negros'. En el primero dos vacacionistas se descubren en un pueblo congelado en el tiempo y descubren al ente que ahora rige las vidas de los olvidados, mientras que en el segundo unos amigos que reparten comida a vagabundos en una ONG se topan frente a frente con los niños de ojos negros, que piden entrar (leyenda urbana que trastocó a Reddit y varios canales de Youtube por años).
Igualmente, debo destacar el cuento de inicio, 'Mis muertos tristes', que empalma la presencia sobrenatural de fantasmas recientes con el terror social de balaceras repentinas, secuestros exprés y la poca disposición para ayudar de la gente paralizada por la inseguridad.
En estos cuentos hallé vestidos malditos, fantasmas frescos, mujeres-ave, caras deformes, miomas reimplantados, cadáveres de niños dejados en neveras, torturadores que permanecen, calles oscuras y estrechas y parajes inacabables que cobijan horrores infinitos.
La pampa inmensa donde habitan los horrores de Enríquez
"Otra vez la asaltaron las ganas de vivir en un lugar así, pero después, cuando veía la pampa asomada entre las casas y los árboles, al fondo de las calles, como una gran alfombra de pasto amarillento, la inmensidad la aterraba un poco. La pampa no se terminaba nunca, estaba segura, y no había nada más que gente loca y sola caminando entre los sembrados, almas de los asesinados, de los que se mataron cuando dejó de pasar el tren, de los que se perdían ahí donde no podían encontrarlos, de los indígenas masacrados."
Esa es la sensación de leer a Enríquez: el pavor a lo desconocido en lo infinito. Ese pasmo de saber que cada historia oculta un origen y final inciertos, que son eternas en su universalidad, como pasillos pesadillescos.
Si bien estas historias me parecieron menos eficaces, que me pareció detectar una fórmula y una extraña ansia por llegar al momento de mayor pavor para describirlo a la carrera y dejarlo detrás, se quedan grabadas varias imágenes:
La risa rasposa y moribunda de hienas, flotando a ras de piso. Los huesos hechos trizas tras u a demolición. El recuerdo de moretones y tajadas sobre la piel. Las puertas que siguen desapareciendo. Las señales del horror, silenciosas y cancerígenas como la radiación, y las ansias de mirar. Asomarse a contemplarlo todo un segundo nomás.
"Y entonces lloré yo y, las tres borrachas, nos dimos la mano, conscientes de que habíamos visto la magia y el misterio, y que tenía ojos amarillos."
Enríquez ya llegó al misterio, ya lo palpó y moldeó hasta dejarlo masticado frente a nuestros ojos. Ahora, sospecho, está preparando su primer roce con la magia. A ver qué hace después.
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