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Foto del escritorAlicia Maya Mares

🌊🚣‍♂️🐟 El río bendice y ahoga: Esta herida llena de peces


Páginas: 168

Publicación: 2021

Editorial: Tránsito


"El Atrato une mercados y separa personas. El río lava la ropa, da de comer, sostiene niños, baña mujeres, esconde muertos. Cura los lamentos de los ancianos. El río no discrimina: bendice y ahoga."


Esta herida llena de peces

La premisa es simple: una mujer y un niño recorren el río Atrato en una canoa, con dirección a Quibdó, en un viaje que les tomará un par de días pero lleva años preparándose.

Y es que la madre del niño, quien lo abandonó apenas nació, desea conocerlo.

El río: el verdadero protagonista

Por ello, madre e hijo adoptivo se embarcan en un trayecto a través del río. A bordo, conocerán a Carmen Emilia, a Amable, a Mary y Rossy, a la multitud de brisas, olores, sabores y febrículas que trae la lluvia y el rumor del oleaje.

Eso es lo que más destaco de Esta herida llena de peces (Tránsito, 2021): el don narrativo para lo sensorial, la incisión poética en cada oración.


Francamente, es sorprendente que esta sea la novela debut de la autora colombiana, pues hay gran expresividad en su narrativa, la precisión breve de un lenguaje trabajado.

"El pueblo amanece con la ilusión de un niño que abre un libro por primera vez. Ilusión que mengua cuando el sol llega a su punto más alto y comienza a descender hacia la selva. El bochorno de las tardes de Quibdó pesa, el sol calienta, sofoca; brilla en la frente de las personas hasta que, a las cuatro o cinco, revienta como aguacero. No llueve: el cielo se desparrama sobre los negocios que tienen la mercancía al aire desde la mañana."

El lenguaje es vasto, frondoso, de cornucopia colombiana: camándula, chigüalos, pandeyucas, borojó y biche, palafitos, parumas... y colores enigmáticos como la curuba en leche. Parar e investigar sobre qué eran estas palabras sí que vale la pena: solo su sonido enriquece la lectura, pero entenderlas en el contexto de la escena es aún mejor. Pienso que Lorena Salazar Masso sí que desea plasmar el variopinto sabor de la tierra donde nació; el calor y los zancudos y las comunidades que allí se forman, la reconstrucción y esperanza frente a los incendios y la poca ayuda gubernamental, la forma en que el cantar de las aves compite con los alabaos.

Hay un tinte romántico perenne a través de la obra.


El aspecto racializado

Es necesario: la mujer es blanca, el niño es negro. Las memorias de la infancia de ella y comentarios ocasionales por parte de los personajes, incluso la opinión propia de la mujer -que luce como una hoja de papel, que parece un filete de pescado, que le falta color/sabor en comparación a otras mujeres- son frecuentes.

La incredulidad y tensión que a veces surgen cuando ella dice que su hijo es negro también.

"Carmen Emilia me señala un árbol, me dice que es un gavilán saraviado. Señala otro, y luego otro. También dice que es una lástima no saber cuándo un pájaro llora o canta. No digo nada. Me va a despertar al niño. —¿Le gusta ser blanca?"

Cierto, a veces es cansino volver a caer en el bache del colorismo, del análisis racial. Pero entiendo que es necesario y aquello que le otorgó su tinte comercial de actualidad. ¿Cae a veces en la exotización? Sí, a veces, describiendo cosas como "cadencia negra" o al narrar la efervescencia de la selva como si la autora no hubiera nacido allí, o algunas costumbres le parezcan desconocidas y las interroguen.

Leí el artículo de una periodista que la acusa de indoferencia racial, de exotizar y a veces hasta ser racista. Leí el libro consciente de eso, pero las acusaciones de cuestionar o imponer sus creencias por sobre la de otras personas racializadas no me pareció certera. Lo innecesario de describir cosas como "negras" sí es certero; pero no tanto como para molestar.


La maternidad, la ternura, y el final

Aunque es novela, posee un argumento muy episódico, lo que ofrece respiros constantes entre cada nuevo tramo del viaje, y lo hace sentir más largo.

Aparte, hay mucho presente en esta novela, plasmado en cada rayo de sol o lluvia tibia, en cada pasaje que enaltece la maternidad y las dudas que vienen con ella, en el retrato tierno del niño.

"Una madre es una cáscara. Guarda la semilla, cubre, protege, se abre para que salga el fruto. La madre tiene al hijo adentro, el hijo tiene a la madre alrededor. El niño es un brote que sembraron junto a mí, en la misma maceta, hace algunos años."

El final es brutal, y aunque ya se había planteado el contexto de la violencia organizada, la resolución física y violenta de un conflicto que fue emocional todo el libro resultó chocante, casi salido de la nada. Fue un final un poco vacuo, si soy sincera, sin duda conmovedor, que te deja pasmada, pero puede que ya esté entumecida de tanta pornomiseria en la literatura latinoamericana. Fue un final abrumador, apresurado y bastante grotesco (está basado en la realidad, después de todo), pero un homenaje a un suceso de la historia colombiana que merece justicia.


Llevaba tiempo deseando leer este libro, casi desde que salió, y por fin lo logré. Su prosa sí fue deliciosa.

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