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Foto del escritorAlicia Maya Mares

Una familia es un montón de pedazos rotos



Portada de Kintsugi, de Maria Jose Navia, por Polilla Editorial
Kintsugi

Páginas: 136

Publicación: 2022

Editorial: Polilla


Kintsugi es la técnica japonesa que consiste en unificar los fragmentos de una cerámica que se ha roto, empleando un barniz dorado.

En este libro homónimo, los miembros de una familia van protagonizando estos 11 cuentos breves: ellos son piezas desperdigadas, y cada cuento es un poquito de barniz dorado que los vuelve a unir, al menos en el contexto narrativo.


Kintsugi: ¿Cuentos, o novela?

Muchos lo llaman una novela fragmentada, donde cada cuento es una pequeña foto polaroid que tienes que ir hilando con las otras hasta obtener la imagen completa.

Partiendo de la tía de unos niños, que luego se hacen adultos y desarrollan sus propias relaciones y tienen sus problemas, cuyo padre partió cuando eran chicos, luego surge el cuento desde la perspectiva del padre y el hito que lo incita a irse, luego el escándalo protagonizado por su hija, su partida, y después cuando su esposa ya se ha hecho anciana, finalmente cuando nace la nieta...

Es como ver un espejo roto en el suelo, y comprender poco a poco que cada esquirla es un miembro de esta familia. Da miedo recogerlos a temor de rajarse los dedos, pero va haciéndose necesario. Los personajes se hacen querer a partir de sus errores, de su opacidad y deseos atascados, de la distancia que van marcando entre sí.

"Caro está segura: si su vida, en este momento, fuera una película, sería de esas en que los personajes no hablan mucho entre sí y el espectador entiendr que están infinitamente soloa. Que en ese no pasar nada, en esa existencua silenciosa frente a pantallas de televisión, se concentra una tristeza en la que es posible chapotear."

La nostalgia de una infancia perdida

Este libro está cargado de nostalgia por una infancia que, en retrospectiva, es más triste de lo que parece, y comprendemos cómo los moldeó para su adultez.

Si bien son historias cotidianas, sin finales grandilocuentes o argumentos muy complejos, y muestran a los personajes viviendo su cotidianeidad, hay cierto encanto en estos relatos, marcados por la soledad y la resonancia de la palabra "familia".

"Ay niños, si no es nada del otro mundo. Como si uno solo tuviera derecho a quejarse de dolores extraplanetarios. Aunque tal vez sí había dolores de otros mundos, dolores que dejaban este en suspenso, que sacaban tu planeta de órbita y ahí quedaba, fuera de la galaxia, a la deriva."



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