Páginas: 224
Publicación: 2021
Editorial: Candaya
No era esto a lo que veníamos
"–Cariño, por favor, ponte las gafas.
Él aprieta la boca, no dice una palabra. Veo sus ojos llenándose de fuego, las pupilas clavadas en el eclipse a través de las llamas."
Leer a María Bastarós es obligarse a seguir mirando el eclipse, a quemarse la retina contemplando todo lo que no queremos ver. Asesinatos, secuestros, la muerte del padre, matrimonios disfuncionales, deseos de cumpleaños, clubes secretos, planes de escape, pedofilia, incesto y hasta vagabundeos por el desierto.
Breve panorama de los cuentos
En 'Cena de mayores', mi segundo cuento favorito del libro, una niña pretende armar una cena para sus padres, aunque su papá recién haya fallecido. En 'El día de la escopeta', una mujer que lidia con un marido y padre igual de inútiles tiene un amante y planea su fuga. En 'Huevas de trucha', una familia recibe al jefe del padre con gran faramalla, lo que deja contrariadas a las gemelas del hogar.
En 'Nunca sale gratis', una comunidad recién formada de vecinos discute chismes y se dispone a ver el eclipse.
En 'Las chicas no', una chica se somete a pasar una prueba para entrar a un exclusivo club de puros niños, en una cabaña distante. En 'Marabunta' una mujer embarazada debe soportar el pesado turno de Navidad en un centro comercial. En 'Notre-Dame reducida a cenizas', una estudiante que tiene un amorío con un profesor se ve envuelta en un escándalo y huye de la ciudad para reencontrarse con la naturaleza hasta las últimas consecuencias.
En 'Ritual iniciático', una niña se dispone a llegar a otro pueblo y se pierde en el desierto, donde se encuentra con adolescentes que se andan con las suyas. En ¡Los que mantienen el fuego', un enfermero descubre sus tendencias de pedofilia y, atormentado, prefiere huir a un pueblo distante de Canadá.
Antes de la caída en picada
La autora ha dicho que le gusta escribir cuentos en ese momento antes de la crisis, de la debacle, de la tragedia.
Sus cuentos están para comerse las uñas o arrancarse el pelo; es estar en el último instante de ascenso antes de que la montaña rusa se descarrile en caída libre. Ese nudo en el estómago que palpita en el horror anticipado: así se siente pasar las páginas. Y no lo digo solo por los temas, sino por la capacidad de la autora de estirar la tensión hasta lo insoportable.
Eso sí, hubo varios cuentos que iban más allá de lo incómodo, que se internaban en lo grotesco y verdaderamente revolvían el estómago.
No obstante, aprecio la prosa de Bastarós, lúcida y afilada, brutal en su lucidez. Un narrador siempre omnisciente y focalizado que sabe el futuro y lo oculta; que cuando lo revela es de gran resonancia y casi belleza poética.
"Cuando abra por fin la puerta, inútilmente relajada, se extrañará ante el silencio de la casa, muda de los pasos y los sonidos propios de la niña. Entonces saldrá al patio y gritará, la voz cada vez más aguda y más rota. El desierto, plano y afilado como un puñal recién pulido, no le responderá nada."
La brutalidad de la infancia
Por supuesto que toca todos los temas que debe; desde machismo, feminicidios, violencia sexual y adulterio. Pero hay, también, un foco en la infancia y en su subjetividad, en lo cruel y espeluznante que esta puede llegar a ser.
Aquí, los niños son inocentes debido a su ignorancia, pero no su temperamento.
"La chica dijo que ella se habría enfrentado a él, que los hombres son tan fáciles de matar como los alacranes."
Claro que, no todo es grotesco sin oficio; aquerosidad de la condición humana sin algo de elocuencia. Ejemplo de ello es esto:
"Pero ni la compañera de piso ni Sandy la langosta pueden unirse al juego porque están muertas y remuertas, Sandy con su sepsis y la compañera con unos dedos morados tatuados en la garganta, con ese negror que vivía bajo los párpados de la cara y le chorreaba ya cuello abajo y que –la compañera de piso lo sabía bien– les iba a llenar los pulmones hasta convertirlos en pantanos tristes."
Me quedo con frases como esta, memorables y de gran potencia poética, que dejan entrever una inquietud inherente a los relatos de Bastarós, donde todo puede y saldrá mal:
"En la cara de la madre la luz de la vela recorta formas danzantes, murciélagos que baten sus alas, ciervos que se alzan sobre dos patas y chocan sus cornamentas. La piel, anaranjada por el reflejo, parece de un material similar a la arcilla seca. La niña se empapa de la imagen de la madre y sopla, concentrada en su deseo."
Comentários