
Publicación original: 2013
Editorial: Impedimenta
Páginas: 256
“Hay algo. Resulta difícil recordar lo importante cuando un inquieto y sutil gusanillo está hincando los dientes en la pulpa de tu felicidad, cada vez más oscura. Cuando las preguntas te caen en la cabeza como manzanas podridas.”
La glándula de Ícaro
Así es leer la ciencia ficción de Starobinets en La glándula de Ícaro (Impedimenta, 2013). Tienes la noción de que algo anda mal, y más importante aún, el terrible presentimiento de que irá peor.
Y claro, debido a la naturaleza especulativa de estos siete cuentos, atravesarlos es experimentar un paraje repleto de preguntas que quizá no queremos responder.
Aunque hacerlo es tentador… a costa de enfrentarse al terror.
No quiero decir que esta sea una clásica historia de terror, al menos en el ámbito “comercial” de lo gótico. Pero sí tiene algo de agujero negro: te absorbe en un vórtice terrible, te arroja a parajes inhóspitos e insospechados, estira los confines del tiempo y hasta erosiona el concepto de la lectura. Leer a Starobinets es una inmersión profunda. Y claro que no vemos el fondo ni el final del camino.
Si bien ya había leído antes a Starobinets en Tienes que mirar, por fin me di el tiempo de leer esta obra, que cimentó la fama de Starobinets como la maestra rusa del horror. Y este va de la mano con la especulación.
Breve panorama de los cuentos
A resumidas cuentas, los 7 cuentos de La Glándula de Ícaro van de esto:
En 'La glándula de Ícaro', una operación extirpa el impulso sexual masculino, aunque sus efectos secundarios son más que inesperados. En 'Siti', una ciudad vanguardista e híper exclusiva lleva a otro nivel esquizofrénico la vigilancia gubernamental y la aceptación de los elegidos como ciudadanos.
En 'El lazarillo', un guionista es contactado por dos productores que resultan ser seres extraterrestres en busca de un ancla o intérprete de la humanidad. En 'El parásito', una agencia religiosa y gubernamental muta un niño en busca de hacerlo un ángel a ser reverenciado por las masas.
Por otro lado, en 'La frontera', una familia aborda un tren que te puede llevar a cualquier momento del pasado, con la amenaza de agentes que te pueden parar en una misteriosa frontera.
En 'Delicados pastos' una pareja busca ingresar al futurista programa de inmortalidad que traslada consciencias a otros cuerpos humanos, pero sin poder costearse los millones necesarios, aceptan perdurar en el cuerpo de palomas.
Finalmente, en 'Spoki', el relato más largo del volumen, una madre debe ceder a la presión social y comprarle a su hija el equivalente de un IPad (la consola Spoki, que es un juego de palabras ruso que se asemeja a decir “buenas noches”). Sí, todos los niños tienen la Spoki, bullean y enajenan a quienes no se las han comprado, y la madre de la niña ni adivina que esta consumirá la esencia de su hija y hasta se sintonizará con sus ondas cerebrales, volviéndolas un solo ente espeluznante, inseparable, indistinguible.
El estilo de Starobinets
Quizá sea muy predecible, dado lo mucho que me fijo en este tipo de cosas, pero aprecio mucho el estilo de Starobinets para hacer símiles empleando la figura de los animales. La madre de una de las protagonistas “se huele la desgracia con instinto certero de buitre”, mientras que frases ajenas, mezquinas y triciales escapan de los labios de otro personaje como “hormigas que salen a la fuerza de un tronco podrido.”
A mi parecer, no hay mejor talento ni oficio que dedicarse a crear imágenes de esta potencia, sobre todo en un género como este. Por supuesto, no solo se trata de comparaciones relativas a los animales, sino el juicio para elegir la palabra justa que genere la inquietud. Caso claro es este:
“Unos mosquitos medio transparentes atraviesan la mosquitera agujereada. Tras saciarse de sangre, se vuelven de un color rojo oscuro. Si los matas, estallan como bayas de belladona. En la pared hay unas manchas pardas amorfas.”
La naturaleza extraña de los mosquitos transparentes, la mosquitera agujereada que revela su historial violento, la imagen breve del estallido de bayas de belladona… Solo una frase puede bastar para generar, si bien no inquietud, incomodidad en el lector.
Para no hacer el cuento largo, me gustan los detalles de la pluma de Starobinets, al igual que se su visión panorámica para los cuentos. Se nota que los planea al detalle, si bien se da el lujo de divagar en alguno de ellos.
Esto, si bien puede ralentizar la lectura e invitar al lector a pausarla, puede también servir como una estrategia para terminar de perfilar el mundo del cuento y su ambiente, que devengará en uno más opresivo mientras más avance la trama.
Vale notar que Starobinets pone mucha atención en el aspecto psicológico y emotivo de sus cuentos (algo vital para comprender y estimular el terror, claro), pero no tanto en las descripciones de los lugares. Rusia, está claro. Pero, ¿y el estlo y color de los edificios, la distribución de los cuartos, los rostros de los personajes, la decoración del tren? Suelo echar en falta estos aspectos en las lecturas, mas este libro fue una excepción.
A Starobinets le basta indagar en el intelecto y corazón humanos para crear historias memorables, que te acechen al intentar dormir.
Los finales de los cuentos
Por otro lado, mientras que unos cuentos tienen un final de “revelación”, donde todos los misterios parecen aclararse (‘La frontera’ o ‘Delicados pastos’), otros tienen un final álgido, donde las preguntas solo se multiplican; tal como en ‘El lazarillo’, ‘Siti’, o ‘La glándula de Ícaro’.
En este cuento, el homónimo del libro, tal como en ‘Spoki’, los finales son abiertos sin ser decepcionantes; llegan a su clímax cuando el lector puede alcanzar a dimensionar, con terror, la realidad alterna que ha tragado y digerido a los personajes. El destino particular de los personajes queda en segundo plano; comprender el mundo que habitan es la terrible prioridad.
Ahora bien, quizá no haya final más definitivo que retratar un mundo donde nadie tiene escapatoria de un terror que nos parece familiar pero ha sido llevado un poco más allá.
Ejemplos de esto pueden ser la moda de someterse a operaciones quirúrgicas que controlan el líbido o enfrentarse a una nueva sociedad moldeada por fabricantes de consolas para niños, que cada vez parecen menos niños y están a merced de la tecnología.
Leer los cuentos de Starobinets
Finalmente entiendo el estatus de leyenda que ha adquirido Starobinets. Si bien este libro puede no ser para todos, debido a que es grotesco, violento, opresivo y hasta espantoso a momentos (como en ‘El parásito’), y muchas veces sentí que los cuentos divagaban o dejaban disolver un poco de la tensión creada, creo que el libro vale la pena para ver lo que los cuentistas rusos están haciendo hoy en día.
Además, me parece una lectura indispensable para cualquier fanático de la literatura especulativa, ya sea fantástica, de terror, ciencia ficción y todo lo que queda en medio.
Yo misma me tardé en leerlo cuatro meses, mas me atrevo a confesar que valió la pena. Este es uno de esos libros que se recuerdan años después de haberlos leído.
“Pero los coches de bomberos circulan sin cesar por las calles de la ciudad, aullando y haciendo girar sus ardientes ojos de cíclopes, creando una sensación de calamidad inminente. Las persianas responden a las sirenas con un repiqueteo de hojalata.”
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